La sexualidad es, fundamentalmente, el motor de nuestra vida desde el día que nacemos hasta el instante antes de nuestra muerte.
Por eso es que la sexualidad no está circunscripta a un intercambio físico con otro u otros, sino a un encuentro emocional que permite la integración personal.
Comunicar nuestros gustos, necesidades, fantasías, nos acerca al otro y nos hace crecer a nosotros.
Así es que demanda ser cuidada. Mejorarla mejora también nuestra calidad de vida y nuestra salud. El derecho a informarnos, reflexionar acerca de ella y explorar nuestras posibilidades, debe ser ejercido y facilitado por la comunidad a lo largo de todo el proceso de vida, desde la infancia hasta la adultez mayor.
miércoles, 12 de mayo de 2010
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